Lagares de Clarabal
, por Emilio Devesa Gonzalez, 13 Tiempo mínimo de lectura
, por Emilio Devesa Gonzalez, 13 Tiempo mínimo de lectura
Hay lugares donde el vino se convierte en algo más que una bebida, y Lagares de Clarabal es uno de ellos. Esta pequeña bodega situada en las laderas del río Miño, en la Ribeira Sacra, es el reflejo del esfuerzo y el amor por la tierra. Desde el primer encuentro con Víctor y Cristina, los viticultores de este viñedo, hasta la experiencia de la vendimia y la cata de sus vinos, cada detalle transmite una conexión con la naturaleza y la tradición. En este artículo, te invito a recorrer con nosotros este rincón especial de Galicia, donde cada curva de la carretera y cada racimo de uvas cuenta una historia. Descubriremos cómo un viñedo tan pequeño puede encapsular una filosofía de vida; la viticultura heroica, el respeto por el entorno, y la pasión por crear un vino que invita a disfrutarlo de manera consciente y conectada con la tierra. ¡Acompáñanos y descubre por qué cada botella de Lagares de Clarabal es mucho más que vino!
En el mundo del vino, cada botella cuenta una historia. En Lagares de Clarabal, esa historia está marcada por siglos de tradición, por paisajes que desafían la gravedad y por manos que dedican su vida a preservar la esencia de la tierra. Esta pequeña bodega, situada en las escarpadas laderas del río Miño, en la Ribeira Sacra, en Galicia, representa un movimiento hacia una viticultura consciente y respetuosa. Aquí, el vino no es solo una bebida; es una declaración de pasión por la tierra y una invitación a formar parte de algo más grande.
En junio, tuvimos el privilegio de visitar este viñedo especial y conocer a las personas que lo mantienen vivo, Víctor y Cristina. Su dedicación y amor por el viñedo son palpables en cada detalle. Cada cepa, cada conversación refleja su compromiso con la sostenibilidad y con un futuro mejor. A lo largo de esta semana, compartiré con vosotros esta experiencia, explorando cada aspecto de Lagares de Clarabal; desde el proceso de vendimia hasta la filosofía que guía su producción orgánica y natural. Únete a este viaje y sé parte del cambio.
Nuestra aventura comenzó temprano en la mañana, en el pintoresco pueblo de Chantada, un lugar donde el tiempo parece avanzar a otro ritmo. Era un día con el cielo despejado y el aire fresco, perfecto para un viaje que dejaría una huella imborrable. Nos encontramos con Víctor a las 10 de la mañana en un punto acordado cerca de su viñedo. Con una sonrisa amable y una energía tranquila, nos invitó a seguirle en nuestro coche, adentrándonos en los serpenteantes caminos que bordean el río Miño.
La ruta hacia el viñedo es una experiencia en sí misma. Los caminos son estrechos, apenas permitiendo el paso de un coche, y a cada curva, el paisaje se abre a vistas que quitan el aliento. Viñedos en bancales, sostenidos por antiguos muros de piedra, se aferran a las laderas, desafiando la inclinación. Cada metro de terreno cultivable es una victoria que se gana con esfuerzo, un testimonio de la pasión por preservar la tradición. La Ribeira Sacra es una región diseñada para desafiar, pero también para recompensar con su belleza a aquellos que la trabajan y la cuidan.
Cada curva es una invitación a detenerse y admirar la majestuosidad del paisaje, las pendientes empinadas, el reflejo del sol en el río Miño y los viñedos que se extienden como escalones hacia el horizonte. Este viaje es un encuentro con la esencia de la viticultura heroica. Esta tierra es hogar de un vino que refleja la autenticidad de su gente y el respeto por el entorno. Cada elección cuenta, y apoyar proyectos como Lagares de Clarabal significa ser parte de un cambio positivo.
Al llegar al viñedo de Víctor y Cristina, lo primero que nos recibe es un muro de piedra antiguo, como una puerta de entrada al pasado. El viñedo se extiende en una pendiente pronunciada, donde las vides de Mencía, Garnacha y otras variedades autóctonas blancas se alinean en bancales que parecen desafiar la ley de la gravedad. Cada terraplén cuenta una historia de esfuerzo y dedicación, construidos para maximizar la exposición al sol y el drenaje natural de la tierra. El viñedo se encuentra en la orilla derecha del río Miño, cerca de la Iglesia de Santa María de las Pesqueiras. Muy cerca pasa una ruta de senderismo que se dirige hasta el embalse de Belesar, el cual se puede divisar desde el propio viñedo. Es un entorno perfecto para disfrutar de un paseo en plena naturaleza mientras se contempla el paisaje.
Junto a las vides, encontramos dos pequeñas casetas que hablan del amor y el esfuerzo invertidos en este proyecto. Una de ellas es un refugio para Víctor y Cristina, remodelada con paneles solares, una pequeña cocina y una cama. Esta caseta se convierte en su hogar durante los fines de semana que pasan en el viñedo, cuidando cada planta con cariño y dedicación. Desde allí, rodeados por el silencio y la inmensidad de la Ribeira Sacra, dedican su tiempo libre a cuidar cada cepa, observando cómo cada racimo madura bajo el sol Gallego.
Este lugar es un refugio, un espacio de conexión con la naturaleza y de introspección. Imagina despertar por la mañana, asomarte por la ventana y ver cómo la luz dorada ilumina las vides y el río fluye serenamente entre las laderas. Este viñedo es un rincón donde encontrar paz, donde vivir y respirar la pasión por la tierra y el vino. Formar parte de este movimiento significa apoyar una forma de vida que honra a la naturaleza y a quienes la cuidan.
La viticultura en Lagares de Clarabal se basa en principios de respeto y sostenibilidad. Víctor y Cristina han elegido un camino que pocos se atreven a seguir, el de la viticultura heroica y orgánica. Este enfoque implica trabajar de manera armónica con el entorno, sin el uso de pesticidas ni herbicidas sintéticos, y manteniendo un equilibrio natural en el ecosistema. Cada planta, cada racimo de uvas, es una expresión de esta filosofía, y cada botella de vino refleja ese compromiso.
La uva predominante en el viñedo es la Mencía, una variedad autóctona que aporta frescura y elegancia a sus vinos. Este carácter se complementa con un pequeño porcentaje de Garnacha y de variedades blancas locales, que añaden complejidad y estructura. Todo el proceso de vinificación se realiza de forma artesanal, respetando los métodos tradicionales que han sido utilizados en la región durante generaciones. El resultado es un vino que expresa las características del terroir, la historia y la dedicación de las personas que lo producen.
En Lagares de Clarabal, el vino se convierte en una forma de vida, en un reflejo de la tierra de la que proviene. Víctor y Cristina no buscan producir grandes cantidades, sino calidad y autenticidad en cada botella. Cada botella es un homenaje a la tradición y al entorno natural de la Ribeira Sacra. Apoyar a pequeños productores significa marcar una diferencia real. Cada decisión que tomamos tiene un impacto, y elegir este vino es apostar por un mundo más respetuoso con el medio ambiente.
Después de recorrer el viñedo y de sumergirnos en su historia, disfrutamos de una cata al aire libre. Nos ofrecieron su vino Lagares de Clarabal, del que solo se producen unas 800 botellas, un tinto que refleja la frescura y la estructura de la Mencía, complementado con los matices que aportan las uvas blancas. La experiencia de degustar este vino en el viñedo te hace sentir la esencia del lugar, el esfuerzo, y la pasión de sus creadores.
Para acompañar el vino, nos sorprendieron con una empanada casera, un gesto de hospitalidad que añade una capa de calidez a la experiencia. Con la empanada y el vino en la mesa improvisada del viñedo, compartimos historias y risas, disfrutando de un momento que encapsuló la autenticidad de la Ribeira Sacra. Apoyar a Lagares de Clarabal es más que disfrutar de un buen vino, es ser parte de una comunidad consciente que valora la autenticidad y la conexión con la tierra.
La vendimia en septiembre es un momento especial para la bodega y la comunidad local. En Lagares de Clarabal, la vendimia es una celebración donde se reúne la familia para recolectar las uvas del viñedo. Entre los recolectores, se encuentra una persona mayor con mucha experiencia, que ayuda en la recolección y comparte su conocimiento con los demás. Este momento, capturado en uno de los videos, muestra la conexión entre generaciones y la importancia del trabajo conjunto para mantener viva la tradición.
En Lagares de Clarabal, la vendimia es un encuentro familiar, un momento de compartir y de trabajar juntos por el viñedo. Cada uva recolectada es fruto del esfuerzo colectivo, de aquellos que entienden la tierra y sus ciclos. Con cada botella, contribuimos a mantener viva la esencia de la Ribeira Sacra y el legado de quienes trabajan sus tierras con dedicación y cariño.
Al final de nuestra visita, Víctor y Cristina nos llevaron a O Escondite do Viño, parte de las casas vacacionales que forman parte de Sacra Experience en el Lugar de Pincelo. Se encuentra en el mismo lado donde está el viñedo, pero a unos kilómetros después de la presa de Belesar, donde el río Miño se ensancha.
Desde el viñedo, tomamos una ruta escénica que nos llevó por una carretera serpenteante, atravesando varios viñedos. Cruzamos el río por el puente de Belesar y continuamos por la margen izquierda hasta el puente de Portotide, disfrutando de la vista de los viñedos en bancales de la margen derecha, desafiando la gravedad . Finalmente, cruzamos el puente y nos dirigimos a O Lugar de Pincelo, donde nos esperaban para comer.
Imagina despertarte a la orilla del río Miño y disfrutar de la tranquilidad y del paisaje que te rodea. Estas casas vacacionales, situadas en un lugar tan especial, son muy demandadas, y aconsejo visitarlas para experimentar la paz y la belleza de la Ribeira Sacra de primera mano.
La comida fue un momento de descanso, una oportunidad para saborear el fruto del trabajo en el viñedo y la calidez de la hospitalidad gallega. Nos sirvieron platos tradicionales, preparados con ingredientes locales, que armonizaban bien con el vino que habíamos degustado en el viñedo. Cada bocado y cada sorbo de vino nos conectaban con la historia de Lagares de Clarabal y la Ribeira Sacra, y con la forma en que Víctor y Cristina cuidan la tierra.
La comida fue el cierre perfecto para una jornada llena de descubrimientos. Allí, junto al río Miño, entendimos mejor la conexión que los productores locales tienen con su entorno y cómo, a través de su trabajo y hospitalidad, reflejan un compromiso auténtico con la sostenibilidad y la tradición.
La visita a Lagares de Clarabal fue un viaje a través de la historia y la naturaleza, una invitación a conectar con un mundo donde cada botella cuenta una historia de esfuerzo, pasión y respeto. En un viñedo donde las condiciones son desafiantes, donde cada paso exige un esfuerzo adicional, han creado algo único. Su proyecto no se centra en la cantidad, sino en la calidad y autenticidad de cada botella, que lleva consigo el espíritu de la Ribeira Sacra.
La viticultura heroica es una forma de resistencia, una declaración de amor a la tierra y a las tradiciones. En un mundo donde lo industrial y lo masivo parecen dominar, Lagares de Clarabal se erige como un recordatorio de la belleza de lo auténtico, de lo hecho a mano y con el corazón. Cada botella de Clarabal es un tributo a la naturaleza, a las generaciones pasadas y presentes que han trabajado esta tierra, y a un futuro donde la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente son la clave.
Al despedirnos de Víctor y Cristina, nos llevamos mucho más que el recuerdo de un buen vino. Nos llevamos la inspiración de una historia de perseverancia y dedicación, y la certeza de que cada vez que abramos una botella de Lagares de Clarabal, estaremos compartiendo un pedazo de la Ribeira Sacra y la pasión de sus creadores. Hoy más que nunca, cada elección cuenta. Únete al movimiento ahora y marca la diferencia.
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